sábado, 1 de junio de 2019

Viajando al Norte!


Holaa a toodos y bienvenidos a un nuevo post en el que os voy a contar mi último viaje por tierras polacas.

El pasado fin de semana, después de 2 meses y 2 semanas sin verlos, por fin pude reencontrarme con mis tíos, dos de las personas fundamentales en mí día a día y a los cuales echaba muchísimo de menos. Debido a que tenían poco tiempo para viajar y su único objetivo era verme sin importarles demasiado el lugar, decidimos ir a pasar el fin de semana al norte de Polonia donde se encuentran unos pueblos preciosos en los cuales puedes  disfrutar de su paisaje y ambiente playero ya que se encuentran en la costa del mar báltico.

El jueves 23 de mayo por la tarde noche, aterrizaron en Varsovia (oomaitaa que neelvios), realmente no me podía creer que después de tanto tiempo por fin iba a reencontrarme con ellos (realmente no me lo creí hasta que se fueron jajajja). Como llegaron para la hora de cenar, fui hasta el hotel donde se hospedaban (mi querido Leonardo Royal) y una vez todos juntos (después de desmayos, taquicardias, alegría e ilusión) nos dirigimos a el “Gastro Bar”, un bar de Tapas Españolas (o al menos eso intentan, pero te digo yo que como en casa en ningún sitio), que me habían recomendado mis tutoras de prácticas y todavía no había tenido la oportunidad de ir. Después de disfrutar de una agradable velada poniéndonos un poco al día, después de tanto tiempo sin vernos, bien servidos y bebidos, fuimos a dar un paseo nocturno por las calles de alrededor del hotel y nos despedimos hasta el día siguiente.

Por fin era viernes y además tenía visita, así que toda ilusionada finalicé mi jornada de prácticas y me fui en busca de mis tíos para empezar nuestra aventura. Primero de todo, nos dirigimos al hotel Marriot para recoger el coche que habíamos alquilado para realizar nuestro viaje. Una vez hechos todos los trámites, iniciamos rumbo hacia Gdansk.

Después de unas 4 horas de viaje por fin llegamos al pueblo costero.

Una vez allí, nos dispusimos a buscar el hotel, realizar el check-in y buscar estacionamiento para el coche (eso fue de lo más curioso que nos pasó nada más llegar). Finalmente, después de entrar en un pequeño estado de nervios por parte de mi tío, ya que la mayoría de las calles del pueblo eran peatonales, estrechas y de doble sentido, (Maldita locura!!) y que no teníamos muy claro donde teníamos que ir, se puso un poco tensa la cosa (pero no sus preocupéis que no duró ni 5 segundos).

Lo divertido vino cuando le preguntamos al recepcionista si el hotel tenía parking y cómo se accedía a él. Su respuesta fue positiva, nos dio las indicaciones y nos dijo que teníamos que poner la tarjeta de la habitación para desbloquear la puerta, entrar el coche y bajar a la planta -1 donde se encontraba el parking.

La sorpresa vino cuando aparecimos en la calle donde se suponía que estaba el parking y no encontrábamos ningún sitio por donde entrar el coche. Lo único que había era un ascensor (nuestra cara al verlo fue para enmarcar). Yo les dije que igual teníamos que poner la tarjeta en un aparato que había al lado de ese ascensor entonces se abriría la puerta, entraríamos al ascensor y le tendríamos que dar a la -1 y ya estaría, su respuesta litera fue “pero que dices hombre, como va a caber un coche ahí dentro” (mi cara literal). La verdad que era todo bastante raro, pero no había otro sitio por el cual poder meter el coche, así que, con mi cabezonería de que tenia que se por el ascensor, me bajé del coche, puse la tarjeta y de repente Cling se abrió la puerta (en ese momento mi tía entro otra vez a recepción a preguntar, porque no las tenía todas con que fuera por ahí) y efectivamente era un ascensor para coches (viivaa el pijerio polaacooo).

Una vez estacionamos el coche, lo descargamos, subimos hasta nuestra habitación y dejamos nuestras pertenencias, nos fuimos a disfrutar de las vistas que ofrece el pueblo de Gdansk por la noche.

Fuimos por las distintas calles peatonales de la localidad, llegamos hasta al Mercado largo en el cual se encuentra, una de las Iglesias más conocidas del pueblo debido a su alto campanario, la Fuente de Neptuno, el ayuntamiento y una gran variedad de restaurantes y bares que al final de la misma llegabas a el rio. Paseamos un poco por sus alrededores y nos dirigimos al hotel para descansar y recargar energía hacia el día siguiente.

El segundo día, nos propusimos acabar de ver los puntos más relevantes de Gdansk, así como la iglesia blanca, la cual dispone de un maravilloso mirador. Para acceder a él, subimos 150 escalones en forma de caracol (madre mía que mareooo) y luego unos 250 más amplios. Una vez subidos 400 escalones (omaitaaa los gemeloos, casi nos quedamos a mitaaad), llegamos a un altillo por el cual subíamos unos 10 escalones súper inclinados para finalmente llegar al mirador.


Después de este entrenamiento improvisado, nos dirigimos a la parte del rio para ver la famosa noria, el tiovivo, atravesar por los diferentes puentes y visitar la puerta verde. 











Después de toda la mañana visitando Gdnask, decidimos trasladarnos a Sopot, otro de los pueblos que forman la costa, para pasar la tarde.

Este es mucho más pequeño que el anterior, de lo contrario es mucho más turístico. 

En mi opinión, lo único que tiene es una amplia playa y un paseo enorme en el cual puedes adentrarte hasta el medio del mar, pero como en cualquier zona turística, se tiene que pagar hasta por respirar, así que decidimos no atravesarlo y centrarnos en visitar las calles principales y volver a Gdansk para poder disfrutar de las últimas horas en la ciudad.

Llegamos al hotel y nos dirigimos a la habitación para descansar. Un poco después de todo el día rondando y mientras estábamos tranquilamente, derrepente “gfh___bvdb__ fire alarm___hfsgf__hfg__fire alarm”. Empezó a sonar la alarma y por megafonía podíamos escuchar palabras entre cortadas en polaco y entre ellas pudimos entender de que era la alarma de incendios (que nooh quemaamooh!). En ese momento, mi tía que se quedó blanca (su cara fue lo mejor del dia) y mi tío (To asustao), lo primero que hizo fue coger los pasaportes (que digo yo, si salimos de la habitación y hay llamas, si te abrasas tú se queman los pasaportes contigo y poco van a saber quién eres, pero baah el feliz con sus pasaportes).

Los tres un poco asustados, por no saber muy bien lo que estaba pasando, salimos de la habitación, bajamos por las escaleras de emergencia, nos encontramos con un montón de gente igual que nosotros y una vez fuera del hotel, lo más inteligente en ese momento por parte de todos los que salíamos del hotel fue entrar a la recepción (que digo yo si se está quemando el hotel y vuelves a entrar muy seguro no estas pero buuuuenoo). Una vez allí, suena otra alarma diciendo que había sido un problema técnico y que no pasaba nada (Vaya vaya aquí no hay fire!). 

Así que nada, con la tranquilidad de que no nos íbamos a quemar y bien documentados gracias a la aportación de mi tío cogiendo los pasaportes, nos fuimos a cenar y acabar de disfrutar de Gdansk.


Al día siguiente, ya de vuelta para Varsovia, decidimos visitar en el Castillo de Malbork, ya que es uno de los castillos de ladrillo rojo más grande y bien conservado de toda Europa, y, además, nos quedaba de paso.
















Una vez rodeado el Castillo y haber sacado de quicio a mi tío por el rato que tuvo que esperarnos a que mi tía y yo acabáramos de hacernos 46.546.543.567.676 fotos, finalmente iniciamos rumbo hacía la capital.

Después de alrededor de 4 horas de viaje, llegamos.

Devolvimos el coche de alquiler, fuimos al hotel en el que se iban a hospedar la última noche (que penita) y los llevé a que vieran un poco más de Varsovia. Fuimos a el “Saxon Garden”, mi parque favorito, y luego fuimos a cenar al “Zapiecek” para que probaran algunos de los típicos platos polacos (buenísimo todo ya).












Por último, y lo mejor de la noche, fue el postre; es muy típico por los países del centro de Europa y se trata de una masa parecida a la del donut, pero mucho más sabrosa, en forma de cono rebozada de lo que tu prefieras (canela, azúcar, chocolate) y rellena de diferentes toppings; por ejemplo, nosotros elegimos chocolate por dentro y encima una bola de helado de diferentes sabores. Nosotros la pedimos de caramelo (madre mía que cosa más buenaaaa).


Y después del espectacular sabor de boca que nos dejó el postre, los acompañe al hotel y, lamentablemente, me tuve que despedir de ellos hasta mi vuelta a  España. 

A pesar de no gustarme tener que despedirme, estaba tremendamente feliz por poder haber compartido con ellos estos 4 días llenos de risas, aventuras, nuevas aventuras y, sobre todo, por hacerme sentir que al menos por unos instantes volvía a estar en casa y con los míos. Desde aquí, a 2.727,1 km de cada uno de vosotros (familia, amigos, y todos aquellos que han hecho que esta experiencia se haya podido hacer realidad) os doy las gracias por hacerme sentir que haciendo mi vida, viviendo a mi manera, experimentado todo y a miles de kilómetros que estoy de vosotros, nunca estoy sola.

Y bueno, ya paro con las cursiladas que en teoría esto tiene que ser un blog serio, pero bueno algunas palabras bonitas de vez en cuando no vienen mal.

Gracias a todos los que seguís aguantando todas mis aventuras y nos vemos en el siguiente y último post.

1 comentario:

  1. Cuántas aventuras, cuántas excursiones, cuántos lugares bellos para visitar, cuánta información y cuánta cultura que nos regalas. Gracias por compartir tus vivencias y tus experiencias, estoy aprendiendo muchas cosas nuevas, y me quedo con ganas de visitar todos esos lugares, quizás quien sabe, será algún día.

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