
Para semana santa vino a
visitarme mi madre (una de las personas, que sin imaginármelo antes de
emprender mi viaje, echaba más de menos) y, como a venturera que es, me
propuso, junto algunas de mis compañeras y amigas de esta experiencia, de ir a
visitar Kraków, las minas de sal de “Wielicka”, las montañas de “Zakopane” y el
campo de concentración de Auschwitz, como ya os comente en el post anterior.
Nuestra aventura comenzó alquilando un coche
para poder desplazarnos hasta nuestros destinos. Esta parte fue bastante
caótica (madre mía con los neerviioosss!! Jajaja); después de una hora
intentando llegar a la recogida del vehículo de alquiler, lo encontramos. Una
vez allí nos atendió un muchacho muy majo, nos hizo el “check-in” y nos entregó
las llaves del que iba a ser nuestro medio de transporte durante los próximos
cuatro días.

Después de 5 horas de viaje,
debido a las maravillosas obras que
integran las carreteras por las que pasamos, llegamos al destino.

El recorrido completo dura como unas 3 horas,
ya que en nuestro caso íbamos con un grupo guiado en el que nos iban contando
la historia de cada uno de los rincones por los que pasábamos.
En mi opinión es uno de los
lugares de obligada visita si vas a Polonia, ya que es impresionante todo lo
que hay construido a tantos metros bajo tierra.
Nos adentramos entre sus calles, sus plazas, su paseo por el río, su
castillo y cada paso que dábamos nos encontrábamos con más gente bien arreglada, con cestas en las manos (llenas de
comida) que se dirigían a las diferentes iglesias de la ciudad para bendecirlas.
En este país es tradición en pascua llevar las cestas a bendecir y comerse el
contenido de las mismas al día siguiente para desayunar. Era bastante curioso
de ver.
De esta ciudad se podría destacar
su estilo medieval en su centro histórico y la mayoría de las calles y la
cantidad de turistas que visitan la ciudad debido a que ha sido una de las más
importantes del país.
Y por último visitamos Zakopane,
unos de los pueblos más destacados por tener cerca una de las montañas con mejores
vistas, a la cual se puede acceder mediante funicular o telesilla.


Una de las cosas más curiosas y
sobretodo más divertidas de la visita a Zakopane, fue el momento en el que
encontramos una casa del revés y, además, inclinada. Se ve que es uno de los
lugares más conocidos por los turistas debido a su originalidad y al buen rato
que te hace pasar.
Sin duda de este viaje me quedo
con las risas, los momentos de nerviosismo y tensión que luego acaban
valiéndose en carcajadas al recordarlo, pero sobretodo me quedo con los buenos
momentos y el recargue de energía que fue para mí reencontrarme con mi madre💖.
Y con las pilas bien cargadas y
feliz de poder sentir y disfrutar de cada momento de esta experiencia, me
despido de vosotros hasta el siguiente post.
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